El Río Gévora, un paraíso, moneda de cambio Real.

Del 20 de mayo al 6 de junio de 1811, después de 18 días de guerra entre España y Portugal, se obtuvo la paz entre ambos reinados, al tallar sus nuevas fronteras con el intercambio de distintos territorios. Pactando entre otras comarcas que el Río Gévora y su valle, en moneda de cambio, siendo portugueses, pasaron a ser castellanos. Fue una soberana permuta que hizo que naciera español, el valle de río Gévora y el bonito pueblo de Olivenza entre otros.
El Río Gévora, orgulloso de ser el más famoso de los afluentes del Río Guadiana, le precede además del ya descrito, otro hecho histórico por cuya importancia está grabado en letras doradas en el Arco del Triunfo de París su ilustre nombre, al ser testigo su desembocadura el 19 de febrero de 1811, de una de las batallas más crueles de la Guerra de Independencia, entre las tropas napoleónicas contra el ejército hispano-portugués por la conquista de Badajoz. Batalla que apenas duró unos días y que ganó el Ejército Francés que ocupó Badajoz, donde permanecieron hasta el año siguiente.
Pero no vamos hablar de historia, aunque en nuestra web hablaremos de ello un día, sino hablaremos de nuestro río como legado natural que realza su nombre con rincones impresionantes en su recorrido desde el nacimiento a la desembocadura. De 73,81 km., de largo, nace portugués en el Parque Natural de la Serra de Sao Mamede por donde discurre unos 10’5 kilómetros, hasta volverse español, al entrar en Extremadura por La Rabaza. Consciente de su historia y de ser nuestro río internacional, regresa por el Cortijo de los Barros, al sur de Alburquerque, al Alentejo, por donde vuelve a recorrer 13’5 kilómetros, volviendo a entrar a España por el Cortijo de Las Mesas, cercano a su confluencia con el Río Zapatón, discurriendo por nuestra tierra hasta desembocar en el Río Guadiana, a su paso por Badajoz. Tiene como afluentes en su parte izquierda y recibe las aguas de La Sierra de San Pedro al Jola, Guarranque y Zapatón, y procedente de Portugal del Macizo Montañoso de Sao Mamede, en la parte derecha, al Gevorete, Codosero y Abrilongo.

El Río Gévora, entra en Badajoz por la “Ruta del Contrabandista” a través de la pintoresca aldea de La Rabaza, se dirige y pasa por La Codosera, población enclavada en el espacio de gran belleza que el río a enmarcado para ella. Pero el Río Gévora no es sólo historia y naturaleza, su relación inmemorial con las personas ha hecho que surja un valioso patrimonio antropológico, como los sistemas agrícolas aplicados en las fértiles vegas y basados en pequeñas represas y acequias, molinos harineros y de aceite, que mueve la fuerza de sus aguas. Con puentes y pasos que vivieron muy diversos momentos históricos.
El Complejo Piscinas Naturales Río Gévora en La Codosera, constituye un paraje natural de gran belleza, donde además de zambullirnos en sus limpias aguas, podemos disfrutar con los cantos de los habitantes alados del bosque y el movimiento de las hojas de las copas de alisos y chopos.
Río internacional con una historia extraordinaria, conserva una naturaleza excepcionalmente rica, al disponer de uno de los ecosistemas fluviales mejor conservados de la Península Ibérica, donde aporta hábitats especiales que acogen a especies amenazadas. Cuestión que suma, al ser uno de los ríos de mayor riqueza biológica de Europa. Declarado Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), junto a sus principales afluentes.
El Gévora y sus afluentes están sometidos a profundas variaciones hídricas durante el año, debido a la climatología por donde discurre, al relieve, a factores bióticos como la vegetación y a las distintas intervenciones del hombre. Presentando su máximo caudal entre febrero y marzo, y también en otoño, así como presenta su mínimo o nulo durante la sequía estival. Todo ello, configura un plantel excepcional de seres vivos, que han adaptado sus ciclos biológicos a esas condiciones naturales extremas.
Los árboles característicos suelen ser: el Sauce, el Aliso, el Chopo o Álamo, el Fresno y el Olmo. En lo que respecta a la vegetación, el curso de río reúne, en buena parte de su recorrido, bosques galería de alisos. También aparecen endemismos como el Sauce Cabruno.



En referencia a la fauna piscícola, se han extinguido las poblaciones de Jarabugo, quedando los últimos representantes de esta especie en el Arroyo Codosero, especie autóctona en peligro de extinción. Es escasa la presencia de la Trucha Arco Iris, introducida con fines deportivos, al igual que la Trucha Común, poco o nada representada en fechas últimas.
Hasta la inauguración en 1997 del embalse portugués de Alqueva, sobre el Guadiana, por sus aguas fluían especies migratorias, como la anguila o la lamprea y sábalo que como especies marinas, debido a que existía conexión directa con el Océano Atlántico, subían por el río con fines reproductores. No obstante persiste una presencia de estas especies, que sin vínculo ya con el océano, pudieran estar reproduciéndose por su adaptación a nuestros ríos. También es de destacar la presencia de reptiles como el lagarto verdinegro y el galápago europeo, además de mamíferos como la nutria, convirtiéndolo así en una zona de gran valor para la conservación de la biodiversidad.
En definitiva, le dedicamos una sección especial en Naturalmente Badajoz, porque será testigo de muchas actividades a lo largo de su cauce, por historia y por su legado natural.