Torre de la Atalaya
Torre prima de la del Oro y la Malmuerta
El Califa Yusuf la soñó con su planta octogonal hace ya casi 850 años. Torre albarrana, la de fuera, exenta de la muralla, prima de La Malmuerta y de la del Oro. Atalaya de observación, baluarte para el hostigamiento. Aquí se solventaron oscuras discordias, que salpicaron sus piedras con el ácido perfume de la traición. Tropas “liberadoras” que dirimían en nuestras murallas sus querellas europeas, masacrando y expoliándolo todo a su paso. Testigo directo de los cuatro sitios de Badajoz, consecuencia de las guerras napoleónicas.
Hoy es observador silente del pausado devenir en la Plaza Alta. Torso de piedra que parece palpitar en el atardecer del estío. Ayer vigiló los amores paganos que se tejieron entre las sombras de los Jardines de la Galera. Hoy es el faro que nos redime de nuestro pasado y alumbra lo que está por llegar. Aquel sonido de la campana que espantaba a los perros se tornó hoy en serena contemplación. Cuando la diviso en la lejanía del horizonte mi sangre plebeya se acelera porque ya sé que he llegado. Como dice la canción, “…donde el tiempo pasa cadencioso y sin pensar y el dolor es fugaz…” Camino de Badajoz, “… ¿tú hacia dónde vas? Allí me encuentro en la gloria, que no sentí jamás…” Si no puedes quedarte, si escribes una página más en tu memorial de ausencias, entonces, y solo entonces, cuando divises la torre, “no la mires, sobreponte y sigue el caminar” …
…Tomás Ruiz.
Torreón de Leyenda
La Torre de Espantaperros, construida en el año 1169, por el Califa Abu Yacub Yusuf, sirvió en cierto modo de inspiración a la Torre del Oro de Sevilla, construida cincuenta años más tarde. La Torre de la Malmuerta de Córdoba, hermana de la de La Atalaya, debe su nombre a una muerte violenta de una dama, acaecida entre sus muros, a manos de un marido celoso.
Tres Torres, que marcan los orígenes de las ciudades que las lucen. Primero, los árabes musulmanes, que cruzaron el Estrecho de Gibraltar, en el siglo VII y después los almohades, dinastía bereber marroquí. Se asentaron en lugares fértiles y de progreso, persiguiendo augurios de riqueza y bienestar como evidencian los restos arqueológicos desde tiempos prehistóricos.
Torre de Espantaperros
La Torre de La Atalaya, más conocida por el apelativo popular de Torre de Espantaperros. Según la tradición, el sobrenombre proviene, por un lado, del estrepitoso repiqueteo de la campana que coronaba la torre, como reclamo a los cristianos a su culto, lo que espantaba a los “infieles”, a los que llamaban “perros”. Y por otro más evidenciado en el credo popular llano, atribuye al tañido insoportable de su campana que ponía en desbandada a los “canes”. Sea cual fuere el motivo del apelativo, para Badajoz, la Torre es nuestro icono más representativo. Sobre un saliente de la Alcazaba más grande de Europa, ella se levanta como monumento altivo que mira a nuestra ciudad reclamando el orgullo pacense de una villa única en España.
Torre y Jardines, de Badajoz
Adosado a un edificio del siglo XVI, conocido también como La Galera, utilizado en tiempo como ayuntamiento, pósito o panera, hospicio, cárcel y finalmente, museo arqueológico, hasta la fecha bien reciente. A sus pies se asienta un hermoso jardín, donde restos arqueológicos son arropados por una botánica excepcional. Todo un entorno mágico que hace que bajo sus sombras tu imaginación evoque los cuentos tradicionales de las mil y una noche, y cada rincón te hará sentir la simbiosis entre el oriente y el occidente de nuestro linaje.
Un Monumento de cada uno de los Pacenses
Fue torre de Ibn Marwan, de Abu Yacub Yusuf, y ahora es también nuestra. Como sabéis, está situada en la parte oriental de La Alcazaba, y la forma un cuerpo hexagonal, macizo en su mayor parte salvo dos cámaras en cuyo remate mudéjar superior, quiero ver alojada su campana. Quiero escuchar con asombro su singular repiqueteo y acercarme a ella desde La Plaza Alta, El Campillo o La Alcazaba y mirar desde la Torre Vigía hacia Oriente, donde gritaré: “esto es mi Badajoz”.